martes, 20 de abril de 2010

A Eugenia.

Hoy he perdido a Eugenia como quien pierde a una mosca en la oscuridad. La llamé mas de diez veces, creo que me negó unas veinte más. Platiqué con algunos amigos,les dije que Eugenia se había ido.
Jerónimo como siempre me decía insolente lo grave de mi inmadurez en comparación con mi grueso cuerpo, un cuerpo también convaleciente.
Luego, dijo Alfredo : "¿Hasta cuándo pararás? Ella así lo quiso. Basta, ¡Para!, tu no puedes más.
Y Efraín, con esa voz rasposa después de beber el vino dijo que " las desiciones y la realidad son voces que se prestan y no regresan, solo aquejan..."
Quedamos en silencio, y el humodel cigarrillo de Pedro se consumía, me confundía.
Mi cabeza pregunta ¿ En dónde Eugenía, en dónde estás?
Admitir tu huída, tu negación a mí.
¿Por qué me rechazas, por qué no vienes, por qué no sientes?.
Huelo tu aroma profundo ¡Cuántos jazmines observo!
Mi mujer, mi amante, mi Eugenia.
Entonces Efraín, otra vez con su voz de castigo paternal , me dijo :" Cánsate si quieres, hasta que sangres de pensar, no seremos ninguno de nosotros quienes te habremos de resucitar".
Y yo me mareo, de tu ausencia, de tu fuego.
¿En dónde caben seis años de decir te quiero?
¿En dónde te guardo, en dónde te veo?
Miro la tierra, la cojo y entre mis manos se cuela; no bastan los claveles, ni los recuerdos, ni mis lágrimas.
Eugenia, te vi soberbia, pálida, ya sin nada, sin respirar.. Flotando sobre esa silla con tu collar de lazo sin aquella brisa matinal.
Sí algún dia me contestas, querida, es que haz vuelto en mis sueños
O simplemente, que ya no estaré más en cuerpo, en presencia y aliento, sino en vientos, arcilla y cal.

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